martes, 10 de junio de 2008

A.M. Vielgórskaya a Gógol

Petersburgo, 7 de febrero de 1847.

Ante todo, amable Nikolai Vasílievich, debo agradecerle por los ejemplares de sus cartas1, que nos dirigió a cada uno y que recibimos con sincera gratitud. No necesito añadir que las leímos con sumo interés, aunque con diversas impresiones. Lo reconozco totalmente en sus cartas, para mí en éstas todo es sencillo, comprensible; me parece, al leerlas, que oigo cómo hablaba con nosotros a menudo, y entro en sus sentimientos, veo con sus ojos y pienso con sus pensamientos. De otra forma no puede ser. Usted juzga ahora sobre todo, como cada verdadero cristiano debe juzgar, o sea, por medio de la religión. Ésta es la única que otorga a todos los objetos de esta tierra su verdadero valor, y esos objetos, en esencia, cobran realidad sólo ante sus ojos, y no ante los nuestros. Al leer sus cartas, el alma siente que usted tiene razón. Pero no debo demorarme en cumplir su deseo, de conocer lo que otros dicen de su nuevo libro. Hablan mucho de éste, amable Nikolai Vasílievich, y a veces me pregunto qué impresión me hubiera causado el mismo, si yo lo conociera a usted sólo por sus obras. Puede imaginarse cómo la gente, que lo conoce hasta ahora sólo como un autor humorista, o por lo menos laico, cómo debe ésta, al leer su libro, asombrarse, perderse y, acaso, turbarse con su cambio inesperado e incomprensible para ella. En casa de Sofía Mijáilovna se reúnen los miércoles los conocidos de su marido, casi todos son rusos, gente inteligente, algunos de ellos literatos. Así oí, que algunos lo consideran a usted perdido para la literatura; en general, todos elogian sus cartas, pero no aprueban el Prólogo y, principalmente, el testamento espiritual, viendo en éstos, como dicen, "más orgullo que humildad". Le confieso con franqueza, que yo misma lamento que publicara su testamento espiritual, no porque no me guste, sino porque éste no puede gustarle al público, pues no puede entenderlo. Yo entiendo que muchos lugares de sus cartas condujeron a éste a la perplejidad. Usted habla a veces de sí mismo con tal humildad asombrosa (como, por ejemplo, en la tercera carta con motivo de Las almas muertas), que la mayor parte de sus lectores debe pensar que usted, o interpreta una comedia o tiene demasiado amor propio, sin saber por sí mismo qué es la humildad, y pensando, acaso, que ésta sólo se encuentra en los santos. Dijeron delante de mí que usted siempre tuvo amor propio, y que ahora su amor propio tomó sólo otra forma. Disculpe, amable Nikolai Vasílievich, que le escribo con tal franqueza, por lo demás, yo sé que hasta las críticas más injustas y perversas de sus detractores literarios, no podrían ofenderlo ahora. Usted se elevó por sobre todas las bajas, menudas pasiones y debilidades de esta vida y, probablemente, está ocupado únicamente con sus presuntos viajes a los lugares santos. Una palabra más sobre sus cartas. Me gustaron en particular: La mujer en la sociedad, Sobre nuestra iglesia y clero, Sobre el teatro.., Temas para un poeta lírico.., Los consejos, La ilustración (todo lo que dice de nuestra iglesia, me vino de corazón asombrosamente), El hacendado ruso, En qué puede ser la esposa.., y demás, Quién tiene el atributo más alto de la tierra. Me detengo, para no nombrarlos todos. Vladímir dice que muchas de sus cartas sont des chefs-d'oeuvres2, yo sólo juzgo de corazón y por las impresiones. En este instante recibí su carta a través de Apráksin3. Desea que yo conozca más de cerca a Pletnióv. Yo estoy dispuesta a hacer todo lo que pueda causarle a usted placer, pero no piense que puedo serle útil a alguien ahora de un modo espiritual. Yo misma necesito ayuda, y estoy tan ocupada con mi estado espiritual, que me es terriblemente difícil salir de mí misma, y dedicarme a otros. No espere ahora de mí ni fuerzas, ni voluntad, ni siquiera esperanzas: todo se agotó en mí, y puedo decir con David: "No hay parte sana en mi carne". Pero Dios es misericordioso, y "el que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo". El mismo Jesús dijo: “Mi alma está hondamente contristada hasta la muerte"4, ¿cómo no vamos pues a conocer nosotros, los penosos pesares internos?
Adiós, amable Nikolai Vasílievich, recuérdeme ante la tumba del Señor y rece por mí con fuerza5, para que Dios me envíe firmeza: me siento totalmente sin fuerzas. Vaya con Cristo.

A.V.

A mámienka le dolían los ojos, pero ahora está mejor, y le va a responder. En cuanto a su pasaporte, pápienka ya hace mucho tiempo le escribió, que el soberano ordenó a todos nuestros ministros y cónsules ponerlo a usted bajo su protección y, según las posibilidades, aliviarle las dificultades de su viaje.

1Por los Pasajes selectos de la correspondencia con los amigos.
2Sont des chefs-d'oeuvres, son obras maestras.
3Víctor Apráksin, hijo de Sofía Apráksina (Tolstáya de nacimiento), hermana de Alexánder Tolstói, alto funcionario.
4Citas de los Salmos; salmo 38, ver. 3; del Evangelio de Mateo, cap. 10, ver. 22, cap. 24, ver. 13; de Marcos, cap. 13, ver. 13 y de Mateo, cap. 36, ver. 38.
5En Jerusalén, a donde se dispone viajar Gógol por este tiempo.

Imagen: Imagen: Vasily Surikov, Monument to Peter the Great on Senate Square in St Petersburg.