Moscú, 10 de abril de 1847.
Me es penoso, triste, disgustos, ofensas, aflicciones, y cada una de éstas encuentra un epígrafe confirmador en las opiniones sinceras de la persona más allegada1. Me pegan, cortan, muelen, y dicen que es justo: ¡los mismos amigos son testigos de eso! Si supieras cuánto daño, mal esencial, positivo me hiciste con tus salidas, que me resuenan en los oídos a cada instante... Pero dejemos esto aun. Acaso, así me parece, se supone. Es suficiente, sufro, y a veces pierdo la paciencia: deploro, estoy triste. En esta disposición tomé ahora la pluma, aunque sólo hace tres días te envié la segunda carta.
No recuerdo ya dónde me quedé. Da lo mismo. Voy a hablarte de tus consejos generales. Todos éstos muestran una ignorancia absoluta de las circunstancias, sobre las que te dedicas a enseñar. Por ejemplo, sobre la tendencia occidental, no tienes ninguna idea en absoluto de dónde partió y parte su principio2. ¡Qué veneno se vierte en nuestro país! Es necesario observar, seguir constante, atentamente para valorar o sopesar cuanto provecho o mal hay, y tú lees acaso una página, dentro de dos meses la tercera, y lo tiras a broma. Está un tiempo en un gobierno, habla con el capitán de policía o con la hija del jurado, que leyó mucho a madame Sand3 (repartida por nuestras revistas de modo gratuito), ¡lee los nuevos relatos rusos y juzga después! Ahora, en la sociedad, sucede en cinco años, para lo que antes se requerían cincuenta. Mira a los jóvenes de la nueva generación en Petersburgo, en Moscú, y ríete con ellos si encuentras espíritu. ¡Y tú te fuiste con unos prototipos que pasaron hace mucho tiempo, y después ofreces tus consejos!
En cada artículo tuyo hay cosas admirables, y al mismo tiempo tales, que descubren claramente tu ignorancia a los conocedores especialistas. Unos vociferan contra la confusión del espíritu con el alma que, en las discusiones de ese género, es lo mismo que mezclar el cuerpo con el alma. Otros señalan la incongruencia de los conceptos sobre la iglesia rusa y el significado de la ortodoxia. Sobre La Odisea todos, al principio, aún se encogían de hombros. El quinto evangelio no haría, lo que tú le adjudicas a la traducción de Zhukóvskii4. Para todos está claro, que es una carta artificial sobre un tema impuesto a sí mismo: alabar a un amigo. Dicen: Homero escribió La Odisea, Zhukóvskii tradujo La Odisea, Gógol reseñó La Odisea, Yazíkov publicó la reseña de La Odisea, y por el informe resultó que de todos los cuatro, sólo uno sabía griego: Homero5. Esa afición de la imaginación es imposible en un cristiano estricto. Sí, seguro no leíste La Odisea, con excepción de dos o tres fragmentos que escuchaste de Zhukóvskii. El mujík va a leer La Odisea y comparar su situación con la de los paganos, y se hará mejor: esa es la sandez que se mandaría un estudiante o un seminarista, que recibiera el encargo de un panegírico6.
A todos les perturba, sobre todo, ese deseo constante de ser un apóstol, de sermonear, cuando el cristiano, comúnmente, empieza por sí mismo. Decirle a un hacendado en nuestro tiempo: has así y serás rico como Creso, es inadmisible7. Que se vayan al diablo los Cresos. Quiera Dios que no hayan Cresos.
Lo que escribes sobre la Bella8, esa carta sirve para los almanaques, para los arabescos solamente, es un cumplido agradable, ni la misma madre de Dios podría hacer esos milagros, que esperas yo no sé de qué dama. Del mismo modo, o mucho más, seducen a todos las expectativas de tu amor, cuando el mismo Jesucristo fue llevado por los hombres a la crucifixión. La poesía hermosa, que se aleja de la realidad a una distancia ilimitada, es la que da motivo a una multitud de equívocos. A todos les repugna tu intención (vieja) de codearte con los ilustres9, a los que eres muy aficionado; ves dignidad en la inmediatez y, en general, no hallas nada qué decirles, excepto lisonjas, cuando todo el mal está ahí. Pero es suficiente.
Hay, no obstante, personas a las que les gusta el libro no sólo por partes, como a mí, sino todo entero. Son, en su mayoría, personas medianas, que no advierten ni entienden todos los hilos del fundamento y la trama, sino que gustan de escuchar moralejas y contemplar buenos paisajes. Me fastidia que le guste aún a algunos hipócritas. En la historia de tu alma, probablemente, este libro ocupará un escalón importante, pero no producirá ese efecto... Por lo demás, yo no sé qué efecto querías producir. Ahora me surgió en la cabeza un montón de ideas, que debo dejar para la próxima carta, y yo, tras escribir, como que descansé y voy a dormir más tranquilo. ¿Y dónde pues vas a vivir en verano? Ven con nosotros, tras superar tu amor propio y condenar así tu orgullo no con palabras, no con raciocinios de que a cualquiera le es fácil, sino en la práctica, ¡de que es difícil, oh difícil!, y tras dejar esas reflexiones enmarañadas que te parecen sencillas. Lo sencillo es más sencillo. Te abrazo.
Espera más cartas pronto. Quisiera desahogar toda el alma lo más pronto... ¡Oh, no hay con quien!
1Se refiere a los juicios que Gógol expresa sobre Mijaíl Pogódin en los Pasajes selectos...
2En el capítulo Discusiones de los Pasajes selectos… Gógol escribe: “Todos esos eslavistas y europeístas, o viejos creyentes y nuevos creyentes, u orientalistas y occidentalistas… todos ellos hablan de dos lados diversos del mismo objeto, sin adivinar de ningún modo que no discuten en absoluto y no se contrarían los unos a los otros” (Prosa religiosa, pag. 90).
3George Sand promueve en sus obras la emancipación femenina.
4En el artículo Sobre La Odisea traducida por Zhukóvskii, Gógol escribe: "La aparición de La Odisea hará época", y también: "Finalmente, yo pienso inluso que la aparición de La Odisea producirá una impresión en el espíritu moderno de nuestra sociedad en general" (Prosa religiosa, pags. 60, 68).
5La traducción de La Odisea en la que Vasílii Zhukóvskii trabaja de 1842 a 1848 (publicada en 1849) se realiza a partir de una traducción alemana. El artículo de Gógol es publicado en El Contemporáneo (1846, No. 7) antes de su aparición en los Pasajes selectos... y después, por mediación de Nikolai Yazíkov, en Las noticias moscovitas (1846, No. 89) y en El Moscovita (1846, No. 7).
6En el artículo Sobre La Odisea traducida por Zhukóvskii, Gógol escribe: "No, nuestro pueblo más pronto se rasca la nuca al sentir que él, conociendo a Dios en su forma verdadera, teniendo ya en sus manos su ley escrita... reza con más pereza y cumple con su deber peor que el antiguo pagano” (Prosa religiosa, pag. 63).
7En el artículo Al hacendado ruso, Gógol ofrece fórmulas para administrar la hacienda.
8Se supone el artículo La mujer en la sociedad, de los Pasajes selectos…
9A menudo, las relaciones de Gógol con los aristócratas no son bien vistas por sus conocidos escritores.
Imagen: Isaac Levitan, La nieve última, Savinskaya Sloboda, 1884.
Me es penoso, triste, disgustos, ofensas, aflicciones, y cada una de éstas encuentra un epígrafe confirmador en las opiniones sinceras de la persona más allegada1. Me pegan, cortan, muelen, y dicen que es justo: ¡los mismos amigos son testigos de eso! Si supieras cuánto daño, mal esencial, positivo me hiciste con tus salidas, que me resuenan en los oídos a cada instante... Pero dejemos esto aun. Acaso, así me parece, se supone. Es suficiente, sufro, y a veces pierdo la paciencia: deploro, estoy triste. En esta disposición tomé ahora la pluma, aunque sólo hace tres días te envié la segunda carta.
No recuerdo ya dónde me quedé. Da lo mismo. Voy a hablarte de tus consejos generales. Todos éstos muestran una ignorancia absoluta de las circunstancias, sobre las que te dedicas a enseñar. Por ejemplo, sobre la tendencia occidental, no tienes ninguna idea en absoluto de dónde partió y parte su principio2. ¡Qué veneno se vierte en nuestro país! Es necesario observar, seguir constante, atentamente para valorar o sopesar cuanto provecho o mal hay, y tú lees acaso una página, dentro de dos meses la tercera, y lo tiras a broma. Está un tiempo en un gobierno, habla con el capitán de policía o con la hija del jurado, que leyó mucho a madame Sand3 (repartida por nuestras revistas de modo gratuito), ¡lee los nuevos relatos rusos y juzga después! Ahora, en la sociedad, sucede en cinco años, para lo que antes se requerían cincuenta. Mira a los jóvenes de la nueva generación en Petersburgo, en Moscú, y ríete con ellos si encuentras espíritu. ¡Y tú te fuiste con unos prototipos que pasaron hace mucho tiempo, y después ofreces tus consejos!
En cada artículo tuyo hay cosas admirables, y al mismo tiempo tales, que descubren claramente tu ignorancia a los conocedores especialistas. Unos vociferan contra la confusión del espíritu con el alma que, en las discusiones de ese género, es lo mismo que mezclar el cuerpo con el alma. Otros señalan la incongruencia de los conceptos sobre la iglesia rusa y el significado de la ortodoxia. Sobre La Odisea todos, al principio, aún se encogían de hombros. El quinto evangelio no haría, lo que tú le adjudicas a la traducción de Zhukóvskii4. Para todos está claro, que es una carta artificial sobre un tema impuesto a sí mismo: alabar a un amigo. Dicen: Homero escribió La Odisea, Zhukóvskii tradujo La Odisea, Gógol reseñó La Odisea, Yazíkov publicó la reseña de La Odisea, y por el informe resultó que de todos los cuatro, sólo uno sabía griego: Homero5. Esa afición de la imaginación es imposible en un cristiano estricto. Sí, seguro no leíste La Odisea, con excepción de dos o tres fragmentos que escuchaste de Zhukóvskii. El mujík va a leer La Odisea y comparar su situación con la de los paganos, y se hará mejor: esa es la sandez que se mandaría un estudiante o un seminarista, que recibiera el encargo de un panegírico6.
A todos les perturba, sobre todo, ese deseo constante de ser un apóstol, de sermonear, cuando el cristiano, comúnmente, empieza por sí mismo. Decirle a un hacendado en nuestro tiempo: has así y serás rico como Creso, es inadmisible7. Que se vayan al diablo los Cresos. Quiera Dios que no hayan Cresos.
Lo que escribes sobre la Bella8, esa carta sirve para los almanaques, para los arabescos solamente, es un cumplido agradable, ni la misma madre de Dios podría hacer esos milagros, que esperas yo no sé de qué dama. Del mismo modo, o mucho más, seducen a todos las expectativas de tu amor, cuando el mismo Jesucristo fue llevado por los hombres a la crucifixión. La poesía hermosa, que se aleja de la realidad a una distancia ilimitada, es la que da motivo a una multitud de equívocos. A todos les repugna tu intención (vieja) de codearte con los ilustres9, a los que eres muy aficionado; ves dignidad en la inmediatez y, en general, no hallas nada qué decirles, excepto lisonjas, cuando todo el mal está ahí. Pero es suficiente.
Hay, no obstante, personas a las que les gusta el libro no sólo por partes, como a mí, sino todo entero. Son, en su mayoría, personas medianas, que no advierten ni entienden todos los hilos del fundamento y la trama, sino que gustan de escuchar moralejas y contemplar buenos paisajes. Me fastidia que le guste aún a algunos hipócritas. En la historia de tu alma, probablemente, este libro ocupará un escalón importante, pero no producirá ese efecto... Por lo demás, yo no sé qué efecto querías producir. Ahora me surgió en la cabeza un montón de ideas, que debo dejar para la próxima carta, y yo, tras escribir, como que descansé y voy a dormir más tranquilo. ¿Y dónde pues vas a vivir en verano? Ven con nosotros, tras superar tu amor propio y condenar así tu orgullo no con palabras, no con raciocinios de que a cualquiera le es fácil, sino en la práctica, ¡de que es difícil, oh difícil!, y tras dejar esas reflexiones enmarañadas que te parecen sencillas. Lo sencillo es más sencillo. Te abrazo.
Tuyo, Pogódin.
Espera más cartas pronto. Quisiera desahogar toda el alma lo más pronto... ¡Oh, no hay con quien!
1Se refiere a los juicios que Gógol expresa sobre Mijaíl Pogódin en los Pasajes selectos...
2En el capítulo Discusiones de los Pasajes selectos… Gógol escribe: “Todos esos eslavistas y europeístas, o viejos creyentes y nuevos creyentes, u orientalistas y occidentalistas… todos ellos hablan de dos lados diversos del mismo objeto, sin adivinar de ningún modo que no discuten en absoluto y no se contrarían los unos a los otros” (Prosa religiosa, pag. 90).
3George Sand promueve en sus obras la emancipación femenina.
4En el artículo Sobre La Odisea traducida por Zhukóvskii, Gógol escribe: "La aparición de La Odisea hará época", y también: "Finalmente, yo pienso inluso que la aparición de La Odisea producirá una impresión en el espíritu moderno de nuestra sociedad en general" (Prosa religiosa, pags. 60, 68).
5La traducción de La Odisea en la que Vasílii Zhukóvskii trabaja de 1842 a 1848 (publicada en 1849) se realiza a partir de una traducción alemana. El artículo de Gógol es publicado en El Contemporáneo (1846, No. 7) antes de su aparición en los Pasajes selectos... y después, por mediación de Nikolai Yazíkov, en Las noticias moscovitas (1846, No. 89) y en El Moscovita (1846, No. 7).
6En el artículo Sobre La Odisea traducida por Zhukóvskii, Gógol escribe: "No, nuestro pueblo más pronto se rasca la nuca al sentir que él, conociendo a Dios en su forma verdadera, teniendo ya en sus manos su ley escrita... reza con más pereza y cumple con su deber peor que el antiguo pagano” (Prosa religiosa, pag. 63).
7En el artículo Al hacendado ruso, Gógol ofrece fórmulas para administrar la hacienda.
8Se supone el artículo La mujer en la sociedad, de los Pasajes selectos…
9A menudo, las relaciones de Gógol con los aristócratas no son bien vistas por sus conocidos escritores.
Imagen: Isaac Levitan, La nieve última, Savinskaya Sloboda, 1884.