lunes, 14 de julio de 2008

Gógol a A.O. Smirnóva


Moscú, 18 de noviembre de 1848.

Soy culpable de que respondo a su carta no al instante, mi buenísima Alexándra Ósipovna1. Hay para eso razones: lidio conmigo de nuevo, descubro en mí tantas inmundicias, que toda idea sobre los otros vuela. Además, me dispongo a meditar con seriedad ese trabajo, para el que Dios me dio medios y fuerzas, para que la muerte, por lo menos, me encuentre en pos de la obra, y no en el ocio inactivo. Todo esto me distrae de los demás asuntos e incluso de las cartas. Para ir a Kalúga no me alcanzó la fuerza de voluntad. Me parecía que no podía decirle nada útil ni necesario a Nikolai Mijáilovich2. Si se me dio en mi larga vida, ayudar con un buen consejo a alguien en pena3, pues fue a esos, que ya habían hallado en sí un consejero superior, y a mí me quedó nada más, que recordarle sólo a quién es necesario dirigirse para todas las necesidades. Su consejo de ocuparme de la señorita melancólica4, tampoco lo tomé. Yo pienso que relacionarse con una muchacha es asunto de mujeres, y no de hombres. Créame, una muchacha no es capaz de sentir una amistad pura y elevada por un hombre; con seguridad se suscita otro sentimiento por instinto, de su índole, y la desgracia recaerá sobre el infortunado doctor que, con un sentimiento verdaderamente fraternal, y no con algún otro, le brindó la medicina. Una mujer es otro asunto, ésta ya tiene obligaciones. Además, ésta no busca ya eso, que una muchacha intenta con todo su ser. Todo lo que yo hice fue que, debido a su carta, intenté conocer cuál de las hijas de Serguei Timoféevich se llamaba Máshenka. Debo decirle que yo tenía amistad sólo con los viejos y los hijos del sexo masculino; en cuanto al femenino, pues conocía los nombres sólo de las dos hijas mayores5, a las restantes sólo las reverenciaba sin decir una palabra. No olvide a los Vielgórskii. Véalos en lo posible más a menudo. Hable con ellos de lo ruso, y de todo lo que es precioso para el corazón ruso; y ahora, a propósito, ellos iniciaron unas lecciones rusas. Con eso, ellos y usted saldrán ganando. Un silencio luminoso reinará en su espíritu. No hay nada mejor en la tierra, que una plática con esos que tienen un alma hermosa, y además una plática sobre eso, por lo que se hacen aún más hermosas las almas hermosas. Adiós.

Todo suyo, N.G.

No me olvide y escriba.

1Alexándra Ósipovna Smirnóva (Rossetti de nacimiento), dama de compañía de la zarina, esposa del gobernador de Kalúga, amiga de Vasílii Zhukóvskii y Alexánder Púshkin.
2Nikolai Mijáilovich Smirnóv, rico hacendado, gobernador de Kalúga, esposo de Alexándra Smirnóva.
3Por esos días, Nikolai Smirnóv tiene problemas en su desempeño como gobernador, se pelea con el vice-gobernador, y éste empieza a escribir denuncias contra él. El asunto termina en que Smirnóv debe abandonar Kalúga.
4El 20 de octubre de 1848, Alexándra Smirnóva le pide a Gógol ocuparse de la hija menor de Serguei Aksákov, María ("Másha") Aksákova (RS., 1890, No 11, p. 356).
5Viera Aksákova y Nadiézhda Aksákova, hijas de Serguei Aksákov.

Imagen: Aleksandr Kostnichev, Evening on Sobornaya Square, 2000.