Francfort del Main, 6 (18) de febrero de 1847.
Mi gentil Gogolito, tu cortita esquela, incluido el extracto de la carta de Sheviriév1, la recibí, te agradezco. Es una lástima para nosotros que ese mismo Yazíkov2, que ahora se desprende de su alma, liberado de lo terrenal, no alcanzará ante nosotros su desarrollo, y que ese fenómeno fue arrebatado de la tierra. A él, en todo caso, le es mejor, más fácil y alegre que a nosotros. Pero yo no me propongo escribir mucho ahora. Sólo quiero decir que ahora tengo tu libro3 en mis manos, que ya lo leí todo o casi todo, o sea, excepto los dos últimos artículos que ya me son conocidos; que encontré en éste dos cartas a mí4 que dieron un gran rodeo en Petersburgo, para llegar hasta mí desde la tipografía del departamento de comercio exterior de forma impresa; que leí todo esto con avidez, a menudo con vivo placer, a menudo con vivo fastidio con el autor, quien (contra su hermosa disquisición sobre lo que es la palabra5) pecó él mismo contra la palabra, al permitir que ciertos pasajes de su libro (por la prisa de darlo a la luz) aparecieran de una forma tan desaliñada; que, finalmente, este libro debe producir y producirá, en general, un efecto fuerte y benéfico, que me propongo releerlo otra vez con lentitud, y que en la medida de la lectura voy a escribir al autor, todo lo que me venga a la cabeza sobre sus ideas o con motivo de sus ideas, que esa correspondencia puede, asimismo, conformar un libro6 que, si va a tener de modo genuino algo digno de la atención general, puede salir tras el primero y junto a éste despertar en las cabezas rusas, asimismo, unas cuantas ideas nobles. Así, Gogolito, espera largas cartas de mí, le daré rienda suelta a mi pluma y no hago ningún plan de antemano, un plan estaría fuera de lugar e incluso me haría daño. Yo he advertido a menudo, que mis ideas son más claras entonces, cuando debo improvisarlas como expresión o complemento de las ideas ajenas; mi mente es como un eslabón que se debe golpear con un pedernal, para que de éste salga la chispa, ese es el carácter de mi creación como autor en general; en mí, casi todo es ajeno o con motivo de lo ajeno, y sin embargo todo es mío. Tú debes saber de antemano, que voy a atacar muchas cosas de tu libro (o sea, ataques por amor a ti y al bien, que ambos amamos), pero esos ataques serán más a la forma, que al contenido. Me gana la pena y el fastidio por que te apuraste tanto. Y para qué era necesario ese apuro, no lo puedo entender. Si en vez de correr a Nápoles, te hubieras pasado unos dos meses conmigo en Francfort, lo habríamos masticado todo juntos, y el libro se hubiera liberado de muchas manchas literarias y tipográficas, que ahora no le quitarás. Y me habrías sido de provecho, ya que todo ese tiempo habría sido para mí un tiempo de prueba; éste aun ahora es casi tan arduo como fue, en cierto sentido más arduo: Reitern tiene la mayor parte de la casa enferma, él mismo sufrió hasta ahora de diversas formas; ahora Mía, Zhatto7 y la muchacha de la casa están enfermos de calenturas nerviosas, y la enfermedad de mi esposa se incrementa con la inquietud por su hermana y su hermano; y su enfermedad tú la conoces en carne propia, pero es suficiente. Perdona.
Ruego que me escribas si estarás mucho tiempo en Nápoles, a dónde y cuándo partirás.
1Nikolai Yazíkov, poeta, miembro del círculo pushkiniano, amigo cercano de Antón Delvig y Nikolai Gógol, entre otros escritores.
2Stepán Sheviriév, poeta, crítico, traductor, editor, fundador de la revista El Heraldo de Moscú, profesor de literatura rusa en la Universidad de Moscú.
3Los Pasajes selectos de la correspondencia con los amigos.
4Sobre el lirismo de nuestros poetas y La ilustración.
5Se refiere al capítulo Sobre qué es la palabra.
6El plan se realiza sólo en parte. A finales de 1847, principios de 1848, Vasílii Zhukóvskii escribe a Gógol, en forma epistolaria, los artículos Sobre la muerte, Sobre la plegaria y Sobre el poeta y su importancia actual.
7La hermana y el hermano de la esposa de Vasílii Zhukóvskii.
Imagen: Bernardo Bellotto (Canaletto), Mercado viejo en Dresden, 1751.
Mi gentil Gogolito, tu cortita esquela, incluido el extracto de la carta de Sheviriév1, la recibí, te agradezco. Es una lástima para nosotros que ese mismo Yazíkov2, que ahora se desprende de su alma, liberado de lo terrenal, no alcanzará ante nosotros su desarrollo, y que ese fenómeno fue arrebatado de la tierra. A él, en todo caso, le es mejor, más fácil y alegre que a nosotros. Pero yo no me propongo escribir mucho ahora. Sólo quiero decir que ahora tengo tu libro3 en mis manos, que ya lo leí todo o casi todo, o sea, excepto los dos últimos artículos que ya me son conocidos; que encontré en éste dos cartas a mí4 que dieron un gran rodeo en Petersburgo, para llegar hasta mí desde la tipografía del departamento de comercio exterior de forma impresa; que leí todo esto con avidez, a menudo con vivo placer, a menudo con vivo fastidio con el autor, quien (contra su hermosa disquisición sobre lo que es la palabra5) pecó él mismo contra la palabra, al permitir que ciertos pasajes de su libro (por la prisa de darlo a la luz) aparecieran de una forma tan desaliñada; que, finalmente, este libro debe producir y producirá, en general, un efecto fuerte y benéfico, que me propongo releerlo otra vez con lentitud, y que en la medida de la lectura voy a escribir al autor, todo lo que me venga a la cabeza sobre sus ideas o con motivo de sus ideas, que esa correspondencia puede, asimismo, conformar un libro6 que, si va a tener de modo genuino algo digno de la atención general, puede salir tras el primero y junto a éste despertar en las cabezas rusas, asimismo, unas cuantas ideas nobles. Así, Gogolito, espera largas cartas de mí, le daré rienda suelta a mi pluma y no hago ningún plan de antemano, un plan estaría fuera de lugar e incluso me haría daño. Yo he advertido a menudo, que mis ideas son más claras entonces, cuando debo improvisarlas como expresión o complemento de las ideas ajenas; mi mente es como un eslabón que se debe golpear con un pedernal, para que de éste salga la chispa, ese es el carácter de mi creación como autor en general; en mí, casi todo es ajeno o con motivo de lo ajeno, y sin embargo todo es mío. Tú debes saber de antemano, que voy a atacar muchas cosas de tu libro (o sea, ataques por amor a ti y al bien, que ambos amamos), pero esos ataques serán más a la forma, que al contenido. Me gana la pena y el fastidio por que te apuraste tanto. Y para qué era necesario ese apuro, no lo puedo entender. Si en vez de correr a Nápoles, te hubieras pasado unos dos meses conmigo en Francfort, lo habríamos masticado todo juntos, y el libro se hubiera liberado de muchas manchas literarias y tipográficas, que ahora no le quitarás. Y me habrías sido de provecho, ya que todo ese tiempo habría sido para mí un tiempo de prueba; éste aun ahora es casi tan arduo como fue, en cierto sentido más arduo: Reitern tiene la mayor parte de la casa enferma, él mismo sufrió hasta ahora de diversas formas; ahora Mía, Zhatto7 y la muchacha de la casa están enfermos de calenturas nerviosas, y la enfermedad de mi esposa se incrementa con la inquietud por su hermana y su hermano; y su enfermedad tú la conoces en carne propia, pero es suficiente. Perdona.
Tuyo, Zhukóvskii.
Ruego que me escribas si estarás mucho tiempo en Nápoles, a dónde y cuándo partirás.
1Nikolai Yazíkov, poeta, miembro del círculo pushkiniano, amigo cercano de Antón Delvig y Nikolai Gógol, entre otros escritores.
2Stepán Sheviriév, poeta, crítico, traductor, editor, fundador de la revista El Heraldo de Moscú, profesor de literatura rusa en la Universidad de Moscú.
3Los Pasajes selectos de la correspondencia con los amigos.
4Sobre el lirismo de nuestros poetas y La ilustración.
5Se refiere al capítulo Sobre qué es la palabra.
6El plan se realiza sólo en parte. A finales de 1847, principios de 1848, Vasílii Zhukóvskii escribe a Gógol, en forma epistolaria, los artículos Sobre la muerte, Sobre la plegaria y Sobre el poeta y su importancia actual.
7La hermana y el hermano de la esposa de Vasílii Zhukóvskii.
Imagen: Bernardo Bellotto (Canaletto), Mercado viejo en Dresden, 1751.