sábado, 5 de julio de 2008

K.S. Aksákov a Gógol


Abrámtzievo (¿), mediados de junio-primera mitad de julio de 1848.

¡Amabilísimo Nikolai Vasílievich! Recibí su respuesta a mi carta. Esperaba que la tomara de otra forma pero, ¿qué hacer? La palabra "mentira", al parecer, tampoco así la entendió, yo escribí exactamente: "mentira no en el sentido de engaño ni en el sentido de error". Me da mucha lástima si esa carta le produjo una impresión desagradable, que por sí misma no tuvo fuerzas para disipar. Por lo demás, las aclaraciones en el papel, en su mayor parte, oscurecen más aun, y por eso dejo de hablar sobre mi carta.
Me escribe que espera mi drama con impaciencia, y espera ver en éste mi visión del hombre ruso, lo que es la verdad en mi opinión. Exactamente, en el drama se expresó todo eso, pero si se expresó de modo claro e inteligible, no lo sé. Yo no soy un artista, y mucho puede ser que mi drama esté escrito ilegiblemente, y por eso, le confieso, no sé qué le parecerá éste, si se le mostrará la idea secreta y el espíritu del drama. En éste aparece un gran suceso que no parece grande, que culmina sin ningún efecto, sin ningún adorno heroico, pero en eso pues está toda la fuerza. Es esa sencillez sobre la que, acaso, ningún pueblo del mundo tiene idea, y que es la propiedad del pueblo ruso. Todo es sencillo, todo parece incluso menor de lo que es. Lo deslucido es también una propiedad del espíritu ruso. Una gran hazaña culmina de forma deslucida. Oh, quien entienda la grandeza de esa sencillez, ante ese palidecerán todas las hazañas del mundo. Y quien no la entienda va a decir: "Permítame, ¿pero qué hay en la historia rusa, qué hay en el hombre ruso?" A esas personas, lo mejor de todo es señalarle no la fuerza moral, que es superior a todo, sino el mapa geográfico, donde, al ver la superficie inmensa, se quedan pensativas involuntariamente, sin adivinar que ésa es sólo aún, la parte más mala de la fuerza que vive en el espíritu, de la fuerza interna. Así entiendo yo los sucesos interregnos, así entiendo al hombre ruso y al pueblo ruso. Estas palabras lejos aún no agotan mi idea, esto es sólo aún una parte, pero una parte, en mi opinión, inalienable. Si yo hubiera querido expresar en el drama mi idea como una teoría, pues entonces no hubiera tenido la razón, pero ésta no es una teoría, ésta es así, en cuanto puedo entender. Como confirmación puedo decir que eso, al principio, me afligió, esa falta de efecto, y que sólo después vi toda su grandeza. En la historia rusa no hay una sola frase, todo es obra pura e impoluta, hasta Pedro, se entiende, pero a partir de él yo nuestra historia no la llamo rusa. El pueblo ruso participó en ésta con reclutas y dinero. Mucho tiempo he pensado yo en el poder de la estampa sobre el hombre. El Occidente lo siente más que todos: éste se compone todo de estampas, a toda obra suya le pone una viñeta seguramente, y a veces, a partir de la viñeta, empieza y culmina la misma obra. Mientras éste era joven, era bello, aunque siempre fue falso en sus poses, pero ahora ha mentido tanto, que necesita de toda clase de medios irritantes para darse energía; no tiene energía, no tiene convicciones, y sólo con estampas, sin eso, ya no llegas lejos. Y es repulsivo ahora Occidente, se enturbia, incluso, sin ninguna afición.
Le envío un pequeño artículo1 en el que expreso mis convicciones cívicas fundamentales, escrito hace un mes y tanto. Dígame su opinión. Adiós, amabilísimo Nikolai Vasílievich.
¿Cuándo vendrá a Moscú? Lo abrazo, suyo, Konstantín Aksákov.
Tengo mucho aún en el portafolio, pero la censura es terriblemente severa.

1Konstantín Aksákov se refiere, posiblemente, a su artículo Sobre la polémica literaria actual, prohibido por la censura en 1848.

Imagen: Vasilij Polenov, Old mill, 1880.