viernes, 30 de enero de 2009

S.P. Sheviriév a Gógol


Moscú, 30 de enero de 1847.

Me apresuro a enviarte el dinero recibido ayer por 1201 ejemplares de tu libro1, con una rebaja de un 25 por ciento, en total 1802 rub. de plata (1 ejemplar lo he vendido a 2 rub. de plata): he aquí el endoso de 7253 francos y 5 céntimos, de No. 12017. El segundo tercio se queda conmigo.
Sobre tu libro hay muchos comentarios. Éste constituye ahora el tema principal de las pláticas mundanas. Hablan a favor de éste y en contra de éste. Antes de hablar del libro, te hablaré de tu proceder con Pogódin2. No me parece bueno. Tú dices, que suele ser útil para un hombre recibir una bofetada pública: es útil para el que la recibe con humildad (como la recibió Pogódin) pero, ¿cuál es la utilidad para el que la da? ¿Quién de nosotros tiene derecho a darla, cuando el propio Jesucristo no le lanzó la piedra a la pecadora? Nosotros, los que hablamos de la iglesia y la ortodoxia, debemos conducirnos en todo con santidad y pureza, para no levantar con nosotros mismos una calumnia a la iglesia y la ortodoxia.
Aún dices de modo extraño, que en nuestro tiempo se puede decir cualquier verdad en voz alta, y como prueba citas a Karamzín3, cuyo Apunte sobre la Rusia antigua4 no se ha publicado hasta ahora, y cuando a mí se me ocurrió alegar un poco a éste (no de lo más importante) en la conferencia, pues recibí por eso una amonestación del curador. Aún no crecimos hasta la verdad superior: no es necesario culpar a nadie de eso. Se ve que aún no somos dignos de ésta; y además, ¿dónde está ésta pues? No está tampoco en los estados occidentales, que tienen el derecho a estar orgullosos de su franqueza ante nosotros; no vamos pues a culparnos por que no la tenemos en nuestro país, pero tampoco vamos a adular a nuestro tiempo. Es verdad que un alma pura tiene más derecho a la verdad, pero sólo tienen derecho a decirla las personas inofensivas, que no tienen nada que temer.
¿Cómo pudiste cometer el error, de encontrar en el mensaje de Púshkin a Gniédish una idea totalmente distinta, una idea indecorosa incluso5? No sé cómo Pletnióv6 no te corrigió. El mensaje fue dirigido a Gniédish: ¿cómo Púshkin pues, podría decirle a algún otro “tú nos maldijiste”?
A juzgar por tu libro, te encuentras en una situación transitoria. Tu razón está convencida de la verdad de nuestra iglesia y ortodoxia, pero tu voluntad está contagiada de una enfermedad moderna, la enfermedad de la personalidad, y actúas más bien como un católico romano, no como un ortodoxo. Así me puedo explicar en tu testamento7 la primera idea sobre tu cuerpo, y la última sobre el retrato. En ti hay autolatría: con eso le gustas a esas damas nuestras que, aunque son ortodoxas, están contagiadas de la misma enfermedad que tú. Así me explico tu adoración a una de ellas, a quien le permites decir todo, asegurándole que todo estará perfecto, incluso si le sucediera decir una estupidez, que eso puede sucederle a cualquiera8. Tus consejos al hacendado, a la ama de casa y demás, proceden de tu propia personalidad, que sufre de achaques. Las cartas sobre la iglesia rusa y el clero, y la fiesta luminosa de la Resurrección son hermosas; muchas cosas sobre nuestros poetas (sabes, incluso, darle una nueva forma a lo sabido, hablas como un creador, como un artista). Sólo observaré que adulas demasiado a Zhukóvskii9.
De la segunda edición de tu libro me encargaré sólo con la condición, de que sea eliminado lo que dijiste de Pogódin. En caso contrario, me niego. Yo no quiero que pase por mis manos una bofetada a un hombre que quiero y respeto, a pesar de sus defectos, que cada uno tiene bastante. Tú mismo dices en una de las cartas: corrígelos antes en ti mismo. La puerilidad en la palabra y las ediciones es más perdonable que la puerilidad espiritual, que procede en nosotros de un ilimitado amor propio. Por lo primero respondemos sólo ante el público y nos perjudicamos sólo a nosotros mismos, por lo segundo respondemos ante Dios. Adiós. Tuyo

S. Sheviriév.

1Los Pasajes selectos de la correspondencia con los amigos.
2Mijaíl Pogódin, profesor de la Universidad de Moscú, académico, historiador, dramaturgo, editor de las revistas El Heraldo de Moscú y El Moscovita.
3El capítulo Karamzín, de los Pasajes selectos
4El apunte de Nikolai Karamzín Sobre la Rusia antigua y moderna, enviado a Alexander I en 1811, constituye un documento político que critica al gobierno, recomienda fortalecer la monarquía y valora de distinta forma las transformaciones de Pedro I.
5En el artículo Sobre el lirismo de nuestros poetas, incluido en los Pasajes selectos… Gógol escribe, refiriéndose al poema de Alexánder Púshkin Con Homero sólo tú hablaste largamente… (1832), que éste había sido dedicado a Nikolai I, cuando en realidad fue dedicado, como sabían muchos contemporáneos, a Nikolai Gniédish, traductor de La Ilíada.
6Piótr Pletnióv, escritor, crítico, profesor del Instituto Patriótico, editor de la revista El contemporáneo, rector de la Universidad de San Petersburgo.
7Ver los comentarios a la carta de Mijaíl Pogódin a Gogol del 17 (24) de marzo de 1847.
8Se refiere a la carta La mujer en la sociedad, de los Pasajes selectos.., dedicada según Stepán Sheviriév a Alexándra Smirnóva.
9Vasílii Zhukóvskii, poeta, escritor, traductor, antiguo director de la revista El Heraldo de Europa, preceptor de la familia zarista, protector de escritores.

Imagen: Anatoliy Omelchenko, To Eternity, 2006.