martes, 9 de septiembre de 2008

Gógol a M.P. Pogódin


Petersburgo, principios de octubre de 1848.

¡Aquí tienes unas cuantas líneas, mi bueno y gentil! Apenas hallé un instante. Petersburgo toma tanto tiempo. Viajo y busco a la gente por quien se puede saber algo, de lo que sucede en nuestro mundo pecador. Todo es tan extraño, tan absurdo. Una especie de fuerza impura cegó los ojos de la gente, y Dios permitió esa ceguera. Yo me encuentro exactamente en la situación de un extranjero, que llegó a contemplar una tierra nueva nunca antes vista: a éste todo le asombra, todo le sorprende, y a cada paso tropieza con algo inesperado. Pero los cuentos sobre esto no los pondrás en una carta. Dentro de una semana, si Dios quiere, nos veremos en persona y hablaremos de todo1. Iré directamente a tu casa y viviremos un mes juntos. Te abrazo y beso fuertemente. Dale un beso a todos los de casa. Todo tuyo

N. Gógol.

No olvides asimismo abrazar a Sheviriév, S.T. Aksákov y a todos cuantos me quieren y recuerdan. Zenkóv2 estuvo en casa. Saldrá un excelente hombre de él. Va bien en la pintura, y él mismo ya sintió por instinto, casi todo lo que yo me disponía a aconsejarle.

1Gógol arriba a Moscú el 14 de octubre y se aloja en casa de Mijaíl Pogódin hasta finales de noviembre; después se traslada a la casa del conde Alexánder Tolstói.
2Pável Zenkóv, pintor retratista.

Imagen: Anatoliy Omelchenko, Quiet, 2007.