Moscú, 6 de diciembre de 1849.
Recién le dirigí una carta cuando, pasadas dos horas llegó la suya1. Inmundicias, como se ve, alrededor de usted hay no pocas2. ¿Pero cómo hacer pues? Si no las hubiera, no alcanzaríamos el reino celestial. Precisamente, el hombre olvidaría que está aquí para llevar la cruz. En lo que respecta a los chismes, pues no olvide que ésos los propaga el diablo, y no los hombres, para perturbar y hacer descender de ese elevado sosiego, que nos es necesario para vivir la vida superior, por lo tanto, esa que debe vivir el hombre. Esa bestia de rabo largo, tan sólo advierte que el hombre se hizo cuidadoso, y no dócil a las grandes tentaciones, al instante esconde su morro y empieza a meterse con las pequeñeces, sabiendo muy bien que hasta el león intrépido, finalmente, debe rugir cuando lo atacan los mosquitos impotentes, por todas partes y en montón. El león ruge por que es un animal, pero si él pudiera entender como el hombre, que de los mosquitos, las pulgas y restante no se muere, que con la llegada de los fríos todo eso se esfumará, que esas picadas acaso son necesarias, como quitadoras de la sangre superflua, pues acaso, le alcanzaría la generosidad para soportar todo eso con paciencia. Yo me convencí por completo, de que el chisme es tejido por el diablo, y no por el hombre. El hombre por holganza, y a menudo por estupidez deja caer una palabra sin sentido, que no quisiera decir. Esa palabra se va a pasear, con motivo de ésa otro suelta por holganza otra, y poco a poco se teje por sí misma la historia, sin conocimiento de todos. Al verdadero autor es una locura buscarlo, por que no lo hallarás. No culpe asimismo a ninguno de los domésticos, será injusta. Recuerde que todo en la tierra es un engaño, todo nos parece no eso, que es en la realidad. Para no engañarse con las personas, es necesario verlas así, como nos manda a verlas Cristo. ¡En lo que Dios la ayude! Es difícil, nos es difícil vivir olvidando a cada instante, que nuestras acciones las va a revisar no un senador, sino ese a quien no sobornarás con nada, y que tiene por completo otra visión de todo.
El cde. Tolstoi le agradece mucho por la memoria. A Nazímov lo conozco poco: me vi con él unas dos veces, y de él los otros se expresan bien. Si usted tiene necesidad de él, acaso en cuanto a Biliévich, pues aconséjele dirigirse a Guintóvt, con quien aún no hace mucho servía junto. Mi salud de algún modo se teje, aunque no del todo así, como es necesario para la realización de mi trabajo diario. ¡Qué Dios la guarde! Adiós.
Si hoy es el onomástico de Nikolai Mijáilovich, pues trasmítale mi felicitación. A los niñitos béselos.
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Imagen: Aleksandr Kostnichev, Andronikov Cloister in the Evening (Detail), 2001.
Recién le dirigí una carta cuando, pasadas dos horas llegó la suya1. Inmundicias, como se ve, alrededor de usted hay no pocas2. ¿Pero cómo hacer pues? Si no las hubiera, no alcanzaríamos el reino celestial. Precisamente, el hombre olvidaría que está aquí para llevar la cruz. En lo que respecta a los chismes, pues no olvide que ésos los propaga el diablo, y no los hombres, para perturbar y hacer descender de ese elevado sosiego, que nos es necesario para vivir la vida superior, por lo tanto, esa que debe vivir el hombre. Esa bestia de rabo largo, tan sólo advierte que el hombre se hizo cuidadoso, y no dócil a las grandes tentaciones, al instante esconde su morro y empieza a meterse con las pequeñeces, sabiendo muy bien que hasta el león intrépido, finalmente, debe rugir cuando lo atacan los mosquitos impotentes, por todas partes y en montón. El león ruge por que es un animal, pero si él pudiera entender como el hombre, que de los mosquitos, las pulgas y restante no se muere, que con la llegada de los fríos todo eso se esfumará, que esas picadas acaso son necesarias, como quitadoras de la sangre superflua, pues acaso, le alcanzaría la generosidad para soportar todo eso con paciencia. Yo me convencí por completo, de que el chisme es tejido por el diablo, y no por el hombre. El hombre por holganza, y a menudo por estupidez deja caer una palabra sin sentido, que no quisiera decir. Esa palabra se va a pasear, con motivo de ésa otro suelta por holganza otra, y poco a poco se teje por sí misma la historia, sin conocimiento de todos. Al verdadero autor es una locura buscarlo, por que no lo hallarás. No culpe asimismo a ninguno de los domésticos, será injusta. Recuerde que todo en la tierra es un engaño, todo nos parece no eso, que es en la realidad. Para no engañarse con las personas, es necesario verlas así, como nos manda a verlas Cristo. ¡En lo que Dios la ayude! Es difícil, nos es difícil vivir olvidando a cada instante, que nuestras acciones las va a revisar no un senador, sino ese a quien no sobornarás con nada, y que tiene por completo otra visión de todo.
El cde. Tolstoi le agradece mucho por la memoria. A Nazímov lo conozco poco: me vi con él unas dos veces, y de él los otros se expresan bien. Si usted tiene necesidad de él, acaso en cuanto a Biliévich, pues aconséjele dirigirse a Guintóvt, con quien aún no hace mucho servía junto. Mi salud de algún modo se teje, aunque no del todo así, como es necesario para la realización de mi trabajo diario. ¡Qué Dios la guarde! Adiós.
Todo suyo, N.G.
Si hoy es el onomástico de Nikolai Mijáilovich, pues trasmítale mi felicitación. A los niñitos béselos.
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Imagen: Aleksandr Kostnichev, Andronikov Cloister in the Evening (Detail), 2001.